Para elaborar juntos, a partir de la muerte de Néstor Kirchner
La impactante muerte de Néstor Kirchner supone, a quienes le sobrevivimos, una reflexión sobre las pasiones políticas que inevitablemente nos recorren y contribuimos a forjar por el hecho ser parte de cuerpo colectivo mayor que el de la mera individualidad, que el de la familia o que el del grupo. Descubro en mí con claridad un largo y perturbador esfuerzo por moderar las oscilaciones anímicas (luego de un largo hábito de desprecio por todos los gobernantes pasados), la acentuación de cualquier pasión directa hacia estos dos últimos gobiernos. Preservación ante un amor que bien podría brotar de ciertos gestos bien importantes que desde las presidencias de estos años se realizaron con relación a la historia y al presente de las militancias justicieras, pero también y más intensamente, de una persistente desconfianza proveniente del fondo mismo sobre el cual se realizan esos mismos gestos. Esa “preservación” (no sé si es la palabra correcta), me parece, tiene un motivo: el intento propio